Lunes, 27 de Mayo de 2002 ANTIGUA - GUSTAVIA, SAINT BARTHÈLÈMY (FRANCIA)

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Me despierto muy pronto para zarpar por segunda vez hacia el mismo rumbo. Chus ha trabajado duro para reparar y lo ha conseguido. En la nueva etapa solo vienen José, Chus, Maria y Fernando. Finalmente estamos dispuestos para continuar y zarpo con destino a la isla francesa de San Barthelemy. Ahora puedo navegar a rumbo. Sin zigzaguear, y aunque hay mucha mar de través, recorro treinta millas cada hora. En tres horas avisto las costas presididas por la Roche Rouge. Inmediatamente después, la playa del Gobernador muestra la belleza de este litoral. Pongo rumbo a la capital, Gustavia. Una milla antes de llegar, un barco donde ondea una gran bandera francesa y seis embarcaciones como la mía, me están esperando para acompañarme al puerto donde espera un numeroso grupo de personas. Amabilísimos, me dirigen al muelle de honor donde está el capitán del puerto y mucha gente que me hace gestos de bienvenida. Me siento muy emocionado. Juntamos las banderas de España, Navarra y Francia, entre los aplausos de las personas que ven como España con Navarra se une a Francia a través de mi Expedición "Encuentro Atlántico" (Cada vez me gusta más este nombre que propuso mi amigo canario Fernando del Castillo para bautizar mi Expedición Trasatlántica) El ambiente en el Puerto es extraordinario y me siento verdaderamente acogido. 
Al rato zarpo de nuevo. Tras veinte minutos de navegación con mis amigos que llevan banderas de Francia y España, llego al lugar del almuerzo donde esperan muchas personas y medios de comunicación franceses. Me preguntan mucho por los detalles del tramo atlántico de mi expedición, y a través de mis respuestas, me vuelvo a transportar con nostalgia al Océano. Los franceses son muy aventureros y buenos navegantes. Su opinión y valoración es importante para mí. Especialmente en esta Isla donde cada año llega la famosa regata "mini transat" y saben sobre las travesías trasatlánticas. Los navegantes ahí presentes me reconocen que la mía ha sido probablemente la travesía más dura que se ha realizado jamás. Un grupo de ellos, comenta en alta voz que navegando a vela o en cualquier otra embarcación, el Atlántico es siempre muy duro. Y eso que el navegante va a resguardo, sentado y protegido... Sin embargo, dicen, cruzarlo solo, a la intemperie y navegando siempre en pie sobre una ínfima embarcación de dos metros, les parece inimaginable... 

Las palabras de apoyo y la acogida es increíble. Veronique y Marina han organizado todo en un tiempo récord. Son dos personas fantásticas y adorables. Después de la fantástica recepción, vuelvo hacia la pequeña NUMANCIA que espera varada sobre la arena de la playa. Un gran corro de personas están observando la única moto acuática trasatlántica que existe. Comentan sobre los sistemas de navegación instalados; la radio; el foco; la antena; la cámara de vídeo instalada en la proa, etc. Entre ellos hay una niña de cinco años que me mira asombrada. Me acerco a ella y rodilla en tierra la cojo la mano y la doy un beso. Ella me sonríe y abraza. Tras despedirme de la pequeña y abrazarme a las personas que me sonríen pongo rumbo de vuelta al puerto donde vuelve la realidad.. Chus me dice que necesita tiempo para revisar a fondo mi pequeño "delfín" antes de proseguir viaje hacia Puerto Rico que dista doscientas Millas. La reparación del eje ha permitido que Chus observara otros desperfectos que hay que arreglar.