PRIMER DIA DE NAVEGACIÓN: Sábado, 23.02.2002 Trayecto: ROMA - FIUMICINO
Ayer, Marco Marrocco me organizó un emocionante almuerzo de despedida en el tradicional Circulo Aniene, a las orillas del Tíber. Por la noche, mis queridos amigos Dolores y Giovanni Carenzio organizaron una entrañable cena de despedida en el "Teatro de la Buggia" Tuve el gran honor de que viniera S.A.R. la Infanta Doña Beatriz, hija de Don Alfonso XIII Este sería su último acto público. Su presencia me llenó de ánimo y fuerza. Asistieron también la Infanta Doña Elena y mi hermano Jaime; muy mejorado y en un gesto que agradeceré siempre: vino a despedirme ocho semanas después de sufrir un infarto cerebral. También estaba mi Madre y hermanos, y muchas personas vinculadas a mi Expedición, como los Embajadores de ocho naciones por las que voy a navegar rumbo a América (incluido el encantador Embajador Mekuar del Reino de Marruecos, que ha querido venir aunque las relaciones entre España y Marruecos no pasan ahora por los mejores momentos..) Estuvieron los presidentes de las federaciones italiana y española de motonáutica; el Presidente de la Liga Naval y otras muchas personas que me arroparon en esos momentos previos a la salida.
Hoy he dormido poco. Me he levantado pronto para preparar mi equipo de navegación. Necesito ropa para el frío que es el principal enemigo que tengo "ahí fuera" Estamos en pleno invierno y en la mar se pasa mucho frío. Sobre todo cuando navegas mojándote todo el tiempo y cayendo al agua.. A las once, he ido con mi familia a la Iglesia de Santa María Sopra Minerva, donde ha oficiado la Santa Misa el jesuita Padre Hoyos; mi antiguo tutor espiritual durante mis cinco años de internado en los Jesuitas de Burgos. Nunca olvidaré sus emotivas palabras que me han llenado de emoción.
Durante la Misa he recordado la visita que hice con mi Madre y hermanos a Su Santidad el Papa hace pocos meses. Cuando le saludé, mirándole a sus ojos de paz le pedí que rezara por mi Expedición. Nunca olvidaré su santa expresión. Acabada la Misa me he puesto el traje de neopreno y equipo de navegación para encaminarme después al punto de salida: el Scalo de Pinedo; antiguo puerto de la flota de guerra de la Roma Imperial. La Asociación italiana "Mare Vivo" conocedora de mi Expedición y de los objetivos que persigo, ha permitido la utilización de una plataforma flotante que tienen en el río Tíber, para el acto de despedida. "Mare Vivo" es un grupo ecologista que trabaja por el respeto al mar; objetivo que comparto totalmente. De hecho, una de las razones de mi Expedición es concienciar sobre el respeto que debemos a la naturaleza, y estoy dispuesto a denunciar cualquier comportamiento del que sea testigo, y que atente contra la fragilidad del mar. Para eso llevo a bordo una pequeña cámara de vídeo sumergible con la que filmaré entre otras cosas, los vertidos ilegales de crudo que llevan a cabo numerosas embarcaciones en la mar. Tras unos agradables momentos con los medios de comunicación y los representantes diplomáticos se ha producido un momento único. Toda expedición tiene una madrina.. Abrazándome a ella, he propuesto a mi adorada Madre ser la madrina de mi aventura. Su fuerza me acompañará al nuevo Mundo! El vicepresidente del Parlamento italiano, Clemente Mastella, ha recalcado la importancia de que un navegante español a bordo de una embarcación llamada NUMANCIA zarpe desde el antiguo puerto imperial romano, quinientos años después de que un navegante italiano zarpara desde España también con rumbo a América. Un grupo de niños romanos me despide gritando fuerte el nombre de la embarcación: ¡¡NUMANCIA!! Italia me ayuda en mi Expedición, igual que a Colón le ayudó España.
Decía Goethe que "lo mejor que debemos a la Historia es el entusiasmo que despierta" ¿Sabes por qué llamo NUMANCIA a mi embarcación? Como sabes, la de Numancia fue la historia de una resistencia. El triunfo de las ideas. La misma filosofía que nos anima a todos los que luchamos por un ideal (cualquiera que sea) Hace dos mil años, Roma invadió España. Numancia era una pequeña ciudad celtibérica que no se doblegaba ante los invasores. Los numantinos resistieron durante veinte años al poder de una Roma que para entonces ya dominaba el Mediterráneo y había logrado aniquilar a su rival, Cartago. Pero el gran ejército imperial no podía con los numantinos. Roma decidió entonces sitiar la ciudad de Numancia. El caudillo romano Escipión la encerró en un cerco de hierro que la hizo caer agotada hasta el último extremo. Muchos de sus pobladores prefirieron suicidarse antes que rendirse. Numancia se convirtió pronto en el símbolo de la independencia frente al absorbente poder de Roma, y desde hace veinte siglos, el recuerdo de su gesta no puede borrarse del corazón de los españoles. La lucha heroica de la pequeña Numancia es de un interés universal. Es un ejemplo para los pueblos y los individuos. Los alemanes que luchaban contra Napoleón diecinueve siglos después, encontraron inspiración en el heroísmo de los numantinos. Entre los años 1806 y 1813, se compusieron en alemán nada menos que cinco composiciones poéticas sobre Numancia. El nombre de Numancia será siempre repetido para no olvidarse nunca mientras subsista una cultura europea. Durante toda la Edad Media y siglos posteriores, la leyenda de Numancia corrió de boca en boca por toda Europa. Nadie sabía donde estaba. Ni siquiera si era verdad que Numancia había existido.. El arqueólogo alemán Adolfo Schulten colaboró enormemente a su descubrimiento. Después de varios años de excavaciones financiadas en buena parte por el Emperador Guillermo II de Alemania y mi abuelo Luis, Vizconde de Eza, en 1905 se descubrieron sus ruinas en Soria. Gran parte de ellas se encontraron en el antiguo Señorío de Garrexo, perteneciente a mi Familia desde tiempo inmemorial. Los terrenos fueron entonces cedidos al Estado. De ahí mi gran vinculación a Numancia y a la idea de resistencia; tan importante para la lucha ante la mar y ante la vida...
Tras unas emocionantes despedidas, por fin he podio zarpar río abajo hacia Fiumicino. Aunque se encuentra un poco descuidado, el río Tíver es impresionante. Ver Roma desde el agua es una gran experiencia. Como si fuera una pequeña población, la gente se ha enterado que hoy zarpa un español desde Roma. Al verme pasar, desde las orillas y los puentes la gente, alegre, me grita palabras de ánimo y buenos deseos. Una vez mas, el carácter positivo italiano me hace sonreir de emoción. Casi no puedo creer lo que estoy viviendo. Tras salvar la Isla Tiberina, he navegado todo el río abajo hasta llegar a Fiumicino tres horas más tarde. Durante todo el trayecto, no he dejado de pensar en las palabras que me dijo el marino: "- Esta travesía será un éxito si logras zarpar: significará que lo has intentado"
No sé lo que va a pasar a partir de mañana. Solo sé, que después de muchos meses de duros preparativos estoy iniciando por fin mi Expedición Atlántica. Doy gracias a Dios y me confío en Él para intentar llegar a tierras americanas. El intento se va a hacer. Seguro. Si lo logro lo celebraré con humildad marinera. Si no es así, me quedará el consuelo de haber intentado hacer realidad un pequeño gran sueño.. Mañana, la "NUMANCIA" y yo pondremos rumbo hacia Nápoles. La aventura ha comenzado y te la contaré como la viva.