Viernes, 15.03.02 ARGEL (ARGELIA) - PALMA DE MALLORCA (ESPAÑA)
Amanezco a las cinco de la mañana. La bahía de Argel está en calma. No se oye mas que el frío rumor del viento. Hoy sigue el mal tiempo.. El bello canto del Imán avisando de la primera oración del día me estremece. Otra vez se vuelve a apelar a la fe desde las mezquitas.. Las previsiones meteorológicas son tan malas como ayer o peores. Aun así, estoy decido a zarpar. Nuestros amigos argelinos han madrugado mucho para despedirse de la Expedición Atlántica. Representantes del comité olímpico; gobierno de la región, policía, armada argelina y ayuntamiento me abrazan. Siento la amarga tristeza de la despedida. El recuerdo del navarro D'Aoiz en Oran me despide también.. Han sido muchos días en Argelia y ya me siento en casa. Igual que me sucedió en Italia y Túnez. Insisten en que embarque la gran pancarta que habían fabricado para recibirnos en el puerto de Argel. Nos han regalado tantos recuerdos que en el barco de apoyo no hay sitio para la enorme pancarta, pero ante su ilusión por que nos la llevemos, la embarcamos. Las autoridades nos insisten en que viajemos a Orán donde nos esperan con una gran fiesta de bienvenida. Vuelvo a disculparme ante ellos por no poder ir. Me encantaría conocer Orán pero les confieso que también siento la necesidad de que mi Expedición toque el litoral de las Islas Baleares. Acompañado por una moderna patrullera de la armada de Argelia, a las seis y media de la mañana zarpo de Argel rumbo a Mallorca: Me esperan 170 Millas Náuticas (unos 315 Kilómetros) En el barco de apoyo, las banderas de España y Argelia ondean juntas al lado de las de Navarra y Europa. Argel queda despertándose en la popa. Tras recorrer dos millas y quedar yo a mar abierto, la fragata regresa a puerto saludando. La mar esta muy mal. Hoy va a ser un día duro de verdad. Hay fuerza ocho y mar muy gruesa. Olas de cinco metros me embisten sin aviso por babor. La violencia es total. El grito del viento y los zarpazos de la mar me asustan. Siento miedo. El barco de apoyo que navega a media milla de mi posición desaparece una y otra vez entre las gigantes montañas de agua encrestadas de espuma blanca. Tras dos horas en pie pierdo costa y veo que la cosa va a peor. Por un momento me planteo regresar a Argel. Si empeora un poco más, llamaré por radio a mi barco de apoyo para volver. Por ahora decido continuar. Las enormes paredes de agua que se acercan velozmente hacia mi pequeña "NUMANCIA" amenazan con destrozarme. Tengo que estar muy atento y no dejar que me descabalguen. Caer aquí es muy peligroso porque en esas condiciones de mar, me sería dificilísimo subirme a mi barquito. También sería imposible que mi equipo de apoyo pudiera rescatarme. Solo queda no fallar y mantenerme en pie.. Las horas pasan lentamente. Mis muñecas están muy doloridas. Las piernas y brazos están trabajando extraordinariamente. Mi desgaste físico es rapidísimo. Me voy consumiendo. El agua helada, se mete por cada rincón de mi cuerpo. Los embates me quitan las apretadísimas gafas una y otra vez, lo que provoca que mis ojos reciban grandes chorros de agua salada a presión que me provoca una especie de ceguera temporal que me asusta. El tiempo no cambia. Aunque al repostar me han lanzado unos bocadillos de atún y unas barras energéticas de Soria Natural que me ayudan a recobrar fuerzas, siento que mis energías se van consumiendo inexorablemente. Mi muñeca izquierda está hecha polvo. Tengo las palmas de las manos abiertas por las yagas que no cicatrizan por efecto de la sal. Me duele mucho el cuello de tantos golpes continuos. Tengo profundas heridas en los pies. Pero hay que seguir: Ocho, diez, doce horas en pie sin parar cuando en el horizonte aparece como por arte de magia la isla de Cabrera. ¡Tierra! Gracias Dios mío. Estoy al límite de mis posibilidades físicas y avistar la isla me ayuda muchísimo. Que alegría da ver tierra cuando la tierra representa salvación y refugio.. ¡Sobre todo si esa tierra es la de uno! España. Majestuosa, bañada por la luz oro del atardecer, Cabrera me recibe con sus acantilados en abierto duelo con la mar. Las aves me acompañan muy cerca y los delfines siempre siguen ahí, acercándose muchísimo a mi embarcación para jugar. Al tener casi la misma forma y tamaño, probablemente piensan que es otro delfín que navega por la superficie. Se excitan y no se despegan de mí. Me siento feliz porque en estos momentos estoy llegando a España desde Argelia, procedente de Roma a bordo de una pequeña moto acuática. Esta singladura está siendo dura, complicada y difícil. Casi imposible.
Cuando pienso que mi objetivo es continuar navegando hasta llegar a los Estados Unidos, un escalofrío recorre todo mi helado y dolorido cuerpo. Aún me queda muchísima lucha en la mar y hoy es un día importante porque aunque he tenido que dar un rodeo enorme para venir hasta las Baleares, ahora ya estoy aquí. Baleares es una tierra que quiero casi tanto como a mi Navarra natal. Además, en esta agua he aprendido mucho de la mar. Estoy contentísimo de llegar ya, pero algo inimaginablemente desagradable estaba a punto de ocurrirme. Mi embarcación está "seca" Necesito repostar combustible. Hay muchísima mar y necesito refugio. Buscándolo me dirijo al pequeño puerto presidido por el antiguo fuerte de piedra donde la bandera de España ondea roja y gualda. Al verla, me lleno de la emoción que siento siempre cuando veo el símbolo de nuestra Patria. Despacio, entro en el puerto donde veo un enorme plástico azul flotando que recojo y llevo al pequeño puerto. En tierra veo a alguien que me hace unos gestos para que me acerque a él. Son unos gestos que me sorprenden por su dureza y violencia. Muy prepotentes. Desde luego nada amables. Cuando llego a su altura me espeta: "aquí esta prohibido entrar sin permiso.." Respondo: "Buenas tardes. Verá Usted, vengo de lejos buscando refugio para repostar mi embarcación. Me sigue un barco de apoyo que aparecerá en una media hora. Mi intención es repostar en unos ocho minutos y continuar a Palma" Alterado responde: "Es igual, aquí no se puede entrar. Deme su documentación" Estoy calado de agua y sal, tiritando, con toda la cara quemada, labios abiertos y lleno de heridas por todos los lados. Me esfuerzo en guardar la calma y le contesto: "No se ponga nervioso. Mire Usted, vengo de Roma. Hoy estoy navegando desde Argelia. He pasado muchas horas en la mar en pie sobre esta pequeña embarcación y necesito refugio durante ocho minutos. Parece lógico dar refugio a los navegantes. Además no tengo intención de desembarcar siquiera" Cada vez mas agitado, el individuo (que todavía no sé quien era ni lo que hace en Cabrera..) insiste en lo de los documentos. Viste de color beige sin ningún distintivo legible, por lo que dudo de su autoridad para exigir la documentación a un ciudadano.. En ese sentido le comento, ya un poco mosca, que me asalta la duda de su capacidad legal para pedirme mis credenciales, a lo que responde que si no le entrego mi DNI avisa a la Guardia Civil. Su reacción me confirma mis dudas sobre su autoridad y le respondo que me parece muy bien que llame a la Guardia Civil. Mi barco de apoyo llega entonces y el capitán lo atraca. Al rato seis guardias civiles se acercan a nosotros. Uno de ellos, sin gorra; en camiseta verde sin logotipo de la benemérita y sin el cinturón reglamentario del uniforme de la Guardia Civil se dirige a mí en actitud chulesca, y de una manera nada amable me dice que no puedo estar en Cabrera. Aunque estoy a punto de perder los nervios, como quiero mucho a la benemérita institución; pertenezco desde hace años al Circulo Ahumada de Amigos de la Guardia Civil; y he pasado muchos años defendiéndola en las queridas provincias Vascongadas y en mi Navarra natal; me armo de mucha paciencia y doy la explicación del porqué estoy en Cabrera. Mi razonamiento puede lógico y comprensible y así parecen entenderlo los demás guardias a través de su expresión.
El guardia en cuestión parece no tener en cuenta unas circunstancias a todas luces particulares, e insiste en pedir (lentamente) el permiso de navegación; DNI; papeles de mi embarcación.. Chus, mi mecánico, comenta derrotado en voz alta: "Álvaro, esto es como pedir a Ángel Nieto el carné de conducir en un circuito a mitad de carrera... ¡es ridículo!" Muy desagradablemente impresionado por la peculiar actitud del guardia le doy mi permiso de navegación y DNI. Alarga la mano muy lentamente y los recoge con una actitud de indescriptible prepotencia, provocando un inmediato sentimiento de vergüenza ajena y gran incredulidad. Dirigiéndose al capitán de mi barco de seguimiento, le pide todo: su DNI; títulos; papeles del barco; contrato de alquiler... También amenaza con hacer una prueba al gasoil del barco. Saben que vengo de Argel en una pequeña moto de agua. He explicado que llevo 12 horas en pie con fuerza ocho. Me esperan en Palma. Pero quieren ver el color que tiene el gasoil..
Me dirijo al teniente y solicito que agilice los trámites a lo que amablemente responde que no debe desautorizar a su subordinado. Pienso que puede tener razón, aunque quizá debiera haberse dado cuenta de una actuación irregular e irresponsable a todas luces.. Al final no tocan el carburante. Pero lo podrían haber hecho. Se trataba de un buen combustible. Uno de muy alta calidad. Dicen que el mejor del Planeta. Sacado de las entrañas del desierto argelino, era un regalo de las autoridades de la República Popular de Argelia a mi Expedición Atlántica, en agradecimiento por haber pasado por su Patria. Me siento enfadado y absolutamente avergonzado, sobre todo porque ésta escena esta siendo vivida por los dos cámaras de TV suecos que vienen a bordo de mi barco de apoyo. Ellos no dan crédito de lo que están viendo sus ojos. Hace tan solo doce horas nos habían despedido en Argelia las primeras autoridades del país. Su armada nos había acompañado durante varios días. Lo mismo había sucedido en Túnez y en Italia. Antes de salir de Argel, yo había explicado a mi tripulación que aunque suponía dar un gran rodeo; y en consecuencia hacer muchas millas más, necesitaba pasar por las Islas Baleares. Entre otras cosas porque enseñar la tierra balear en nuestro programa de TV que se emite diariamente en Italia (y que se distribuirá a varios países D.m. al finalizar mi expedición) suponía una buenísima promoción para las islas y para España. Que pena de actitud. Cuanta soberbia y falta de sentido común. Luego algunos hablan de las ventajas de los parentescos... ¡Sí, pero al revés!
Me da pena tener que contarte todo esto, pero creo que no sería honesto esconderlo. Quizá sirva para llamar a las conciencias de los que denigran el carácter español desde la envidia malsana. Ojalá dejen de fastidiar. Son minoría pero hacen ruido. Y daño; España perdió un Imperio gracias a ellos.. Aun así, seguiré defendiendo siempre a nuestra Guardia Civil; sobre todo de los que la perjudican tanto desde dentro del propio Cuerpo como el cretino de nuestra historia.