Sábado, 15 de Junio SAN JUAN DE PUERTO RICO - REPÚBLICA DOMINICANA

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A las nueve zarpo. Melba, Juan, Liza.., han querido venir a puerto para despedirse. Y lo hacemos desde el más profundo agradecimiento, regalándoles los pocos productos de la huerta Navarra que me quedan, con la firme voluntad de regresar pronto a Puerto Rico. Como dice una preciosa canción de éste maravilloso País: "Adiós mi Diosa del Mar, adiós, adiós. Un día volveré porque mi corazón se quedó junto al mar en el viejo San Juan" 
Zarpo con la emoción y alegría de haber conocido a personas tan maravillosas. Y la emoción continúa cuando al pasar por debajo del convento de las Siervas de María, vuelvo a ver las banderas españolas y de Navarra despidiéndome. En los balcones están todas las monjitas y las enfermas del pequeño hospital. A babor la costa de la provincia de Aguada es verde como un paraíso soñado. A estribor mar abierto y unas profundidades próximas a los 9.000 metros... La fosa de Puerto Rico es un abismo que abarca desde las Islas Vírgenes hasta la altura de Samaná en Dominicana. Es la zona de mayores profundidades del Atlántico y se encuentra muy cercana a tierra. Como hago siempre me acerco a saludar a un pescador que se afana en sus labores. Me reconoce: "Usted es el español que viene desde Europa..?" Me regala un pequeño atún que llevaré al barco para cenar hoy. Estoy muy débil y empiezo a notarlo enseguida. Me quedan 170 Millas Náuticas hasta Punta Cana en La Española. En medio del canal (tiene 80 millas) me derroto físicamente. Induráin lo llamaba "pájara" Han sido varios días de inactividad física y estrés. Es normal. Desde el barco, que se va acercando a mí debido al descenso de mi velocidad, Fernando me grita palabras de ánimo. Enseguida siento su energía. El hecho que me anime un marino tan experimentado como Fernando, es muy importante para mi moral. El viento ruge en mis oídos. Es muy violento. Hay mucha mar. El canal es duro. La fama la tiene bien justificada. Me voy recuperando y sigo navegando recurriendo a todas las pocas fuerzas que me quedan. Vuelco y caigo al mar varias veces. Gracias a Dios me voy levantando y embarcando a bordo de la NUMANCIA una y otra vez. Estoy en pleno Atlántico. Hay que tener mucho cuidado... Por fin, avisto tierra dominicana en la lejanía. Tras nueve horas sin descanso llego a Punta Cana a las seis de la tarde. Los medios de comunicación de la isla están presentes en la llegada y vuelvo a hacer el intercambio de banderas que se realiza en cada país que visito. A los presentes les prometo que si consigo llegar a Nueva York, la bandera dominicana ondeará también frente a la Estatua de la Libertad junto a todas las demás que he ido recogiendo en cada puerto de recalada de mi Expedición. 

Viernes, 14 de Junio SAN JUAN DE PUERTO RICO

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Tampoco hoy he podido dormir. La reunión que tengo hoy con el propietario del barco que me recomendó ayer Henry me tiene sobre ascuas. A las once me cito con Edgar en su barco. Se llama "LIBERTAD" y tiene 61 pies de eslora. Está amarrado en el San Juan Bay Marina. Está pintado de azul y blanco y tiene un aspecto perfecto. Me embarco y Edgar me presenta a su marinero que se llama Manuel aunque todos le apodan "Tyson" por su aspecto de boxeador. La "buena onda" con los dos es inmediata. Tras darme los datos y características de su embarcación, me habla de las condiciones económicas para su alquiler hasta Miami. Los seguros, instrumentos de navegación, motores, autonomía, titulaciones, etc. están en perfecto orden. Me comenta que comulga al cien por cien con la filosofía de mi Expedición. Le encanta la promoción del deporte y la vida sana, además de los actos de hermanamiento y tolerancia que se están organizando en América. Es una persona muy educada y cabal. Digno representante de su Patria. Cuando todo está hablado, le advierto que las singladuras son durísimas. Le digo que navego todas las noches y además tengo que llegar a Miami antes del día 22. Eso significa que no puede haber descanso. Solo el mínimo estrictamente necesario para dormir. A Edgar le gusta que los sueños se hagan realidad y no le importa la dureza; está acostumbrado a las situaciones límite. Cerramos nuestro trato con un apretón de manos que siento verdadero. 

Ya tengo barco. El "LIBERTY" me acompañará D.m., las últimas mil doscientas millas que quedan hasta Miami. Edgar me dice que tengo el barco a disposición desde ese mismo momento. Puedo cargar el material y zarpar de inmediato. Mañana a primera hora nos vamos. Casi no lo creo.. Informo a Emilio y Cristina. Me proponen ir a cenar hoy a su casa para celebrarlo y despedirme. Han ayudado a que un navegante español pueda seguir una Expedición que supondrá un éxito para el deporte español. Edgar ha venido con su hermana Melba que brinda hablando desde la inteligencia y sensibilidad de una persona especial. En pocas horas, todo a cambiado. A mejor.. Me siento feliz. Esta noche ya la pasamos en el barco. ¡Mañana zarpo! 

Jueves, 13 de Junio SAN JUAN DE PUERTO RICO

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He amanecido tras dos horas de sueño. No puedo dormir. Estoy preocupado. Solo, en el pequeño cuarto de mi hotel veo como mi aventura puede acabar aquí. Me tumbo en la cama y cierro los ojos. Enseguida se encharcan. Y permanecen así media hora. Hasta que me vuelvo a levantar decidido a seguir intentándolo. No quiero rendirme. Fernando, siempre dispuesto y con la moral bien alta, me habla de las posibilidades que aún quedan. Me desaconseja proseguir sin barco de apoyo. El canal que separa Puerto Rico de La Española es muy peligroso. Sabe de la mar y en consecuencia los riesgos que acarrea navegar solo por éstas aguas. Estamos ya en temporada de huracanes y la zona está infestada de tiburones y arrecifes. Hay que seguir intentando localizar un barco. 
En puerto Rico, los marineros apoyan de verdad mi Expedición y quieren que salga adelante. Se han metido de lleno en la filosofía que me anima a no abandonar y están intentándolo todo. Les estoy inmensamente agradecido. Súbitamente, Henry me llama para decirme que ha hablado con un amigo suyo que tiene un barco ideal para nuestra travesía. Se llama Edgar Figueroa. Me comenta que es alguien que sabe de la mar. Además, es muy aventurero y un experto navegante. Podría plantearse alquilarme su barco. Me pide que lo llame por teléfono. Lo hago y le comento de lo que se trata. En principio le gusta la idea. Mañana le voy a ir a ver. De todas formas he tomado una decisión: si no logro una embarcación nodriza entre hoy y mañana, zarparé en solitario hacia la República Dominicana y mandaré a mi equipo de apoyo por avión.