Domingo, 9 de Junio SAN JUAN DE PUERTO RICO

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He permanecido en contacto con España por la noche y de madrugada. Mi hermano está mejor y gracias a Dios no hay motivo de preocupación. Sin embargo, María amanece encontrándose muy mal. Le duele muchísimo la cabeza y no lo aguanta. Llamo inmediatamente a una ambulancia para que la lleven al hospital. Permanece en observación. Parece que no hay que alarmarse. Es una migraña que me dice, sufre hace años y que combate con un medicamento que compra en Suecia. Buscamos su equivalente y se lo receta el médico. Mejora y regresa al barco. Ahora tengo que ocuparme de localizar otro barco con urgencia. Ramón, que representa a la institución SEK esta ayudando desde el primer momento. Parece que no es nada fácil conseguir una embarcación. La situación derivada de que no pudiera llegar el barco que esperábamos en Antigua es francamente complicada: las consecuencias están siendo fatales. Es una verdadera pena que después del esfuerzo tan enorme que se ha hecho para conseguir llegar hasta aquí ocurra lo que está pasando.. Sin embargo, aunque muy cansado y con las fuerzas por los suelos, aún me queda la ilusión. Seguiré intentándolo. Como hoy es Domingo y no puedo contactar a nadie, para despejarme un poco he ido al Parque Nacional del Yunque. Fue declarado reserva natural por la Corona Española, siendo el único territorio puertorriqueño que permaneció español tras la invasión de la isla por los americanos, hasta el año 1903. La razón es que era de propietarios españoles que se negaban a vender a los invasores. 
Al atardecer he ido a misa con Ramón y su mujer. Es en un barrio periférico; cantada y muy alegre. El sacerdote es español. Lleva muchos años viviendo en América. Enterado de mi singladura por los telediarios, me ha reconocido entre las numerosas personas que estábamos en el humilde templo. Durante la homilía me ha saludado con infinita naturalidad y cariño; explicando a los asistentes el recorrido de mi expedición y los objetivos de la travesía trasatlántica. Al finalizar la Santa Misa, el Padre Antonio me ha llamado al altar para darme su bendición y ánimo, entre los aplausos de los feligreses. Esto me ha intimidado al principio pero ha sido muy emocionante. 

Sábado, 8 de Junio ISLAS VÍRGENES - PUERTO RICO

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A las cuatro de la madrugada me despierto y a las cuatro y veinte ya estoy navegando rumbo a San Juan. La mar está en calma y puedo viajar velozmente entre el canal que separa el archipiélago de las Islas Vírgenes; bautizadas por nuestros compatriotas navegantes que se aventuraron por estas latitudes hace cinco siglos. Prosigo a mar abierto hasta vislumbrar las costas de Puerto Rico. Llamo al barco por radio y me dicen que están sin combustible y necesitan repostar en Puerto del Rey. Ya lo dijo ayer Fernando. Como te decía, cuando negocié el alquiler de la embarcación, su propietario aseguró que tenía una autonomía mínima de trescientas millas. Mintió: llevamos menos de doscientas desde Saint Barthelemy y ya está seco... Me engañó. Con una autonomía tan limitada, este barco no va a servir para llegar hasta Florida porque hay largas distancias sin posibilidad de conseguir carburante. 
Comunico al barco que no puedo esperar, porque unas embarcaciones me esperan a las diez de la mañana frente al castillo de San Felipe, que está a la entrada de la bahía. También esperan las Siervas de María. Son unas monjitas españolas que están aquí desde hace más de un siglo. Tienen la preciosa costumbre de recibir a los barcos españoles que llegan a San Juan, colgando banderas de España en los balcones del convento. La última vez lo hicieron cuando llegó el Juan Sebastián de Elcano, buque escuela de La Armada. 
Decido continuar en solitario. Me quedan cincuenta millas hasta San Juan, capital de esta preciosa isla tan española y entrañable. Sorteando los mil arrecifes y barreras de coral que salpican la mar, por fin llego a la bahía. A babor, me emociono al ver la impresionante fortaleza española, que desde mi diminuta embarcación se hace todavía mas colosal. Varias embarcaciones están esperando. Fernando (el asturiano), capitanea la flotilla donde hay muchos representantes de los medios de comunicación. Tras los saludos nos dirigimos hacia el interior de la bahía. Enseguida aparece el convento. Y efectivamente, las madres están en los balcones. Ondean grandes banderas españolas. Mi sorpresa es aún mayor cuando veo que desde uno de los balcones, cuelga una gran bandera de Navarra. Yo navego hacia ellas con las banderas de España y Navarra. Nos saludamos y siento una emoción y alegría indescriptibles. Es un momento precioso. Doy gracias a Dios por poder estar aquí. 
Me quedo un rato saludando a las madres y prosigo a puerto donde me reciben las autoridades de la isla encabezadas por el Secretario de Estado de Deportes y el encantador Cónsul de España y su mujer. Inmediatamente después, me dirijo con Fernando al convento de las Siervas de María para visitar a las madres. Enseguida entiendo el porqué de la bandera de Navarra en el balcón. La superiora y dos hermanas más son navarras, y se han enterado que llegaba desde Roma un navegante pamplonica en una moto acuática... La madre superiora se llama Carmen Urriza y es de Muniain de la Solana. Las otras son Visitación Gainza, de Estella y Sor Dolores Uriarte, de Lumbier. Dolores tiene 87 años y una energía bárbara. Lleva en el convento de Puerto Rico desde 1935. Las madres atienden a personas de edad en un pequeño hospital dentro del propio convento. Visitamos y hablamos con las enfermas que me preguntan por la soledad del Océano y animan a seguir adelante. A las madres, les prometo que en mi escrito de hoy para el Diario de Navarra hablaré de la emoción que he sentido a su lado durante las dos horas que hemos estado juntos. Tras rezar todos en unión y cantar en la capilla, me despido para proseguir mi camino cargado de la energía única que solo existe en los conventos. 
Tras una breve visita al viejo San Juan donde uno se puede confundir y creer que se ha transportado súbitamente a Jerez o Sevilla, regreso a puerto. Tengo que ocuparme del problema del barco de apoyo y de la reparación a fondo de la NUMANCIA que se tiene que hacer urgentemente en los próximos días. Los representantes de Bombardier que también han estado en el recibimiento, me van a ayudar. En puerto, Fernando me confirma con toda seguridad que efectivamente, el barco no tiene la autonomía que aseguró su propietario cuando se contrató. Tampoco tiene el seguro en regla ni funciona correctamente el radar. Por si esto fuera poco, el marinero se ha dirigido a mí pidiéndome dinero. Argumenta que el armador no le paga y que necesita alimentar a su familia. El cuadro es increíble. Hemos topado con un verdadero bucanero... Hay que dejar este barco inmediatamente y localizar otro con urgencia. Y hay otro problema muy grave; Chus tiene que regresar a España cuanto antes. Está contratado por mí hasta mediados de mes que es cuando se calculaba la llegada al sur de Florida. Si no logro localizar un barco rápidamente, no se podrá quedar porque ha empezado la temporada y tiene que atender su taller en Ibiza. Y navegar sin tener a mi buen amigo y mecánico cerca, supone un riesgo altísimo. Sobre todo ahora que mi pequeña embarcación está tan fatigada. Para colmo de problemas, María sufre de una fuerte migraña y tiene que guardar cama, lo que me preocupa mucho. También he de ocuparme de conseguir todas las piezas de recambio para reparar bien la NUMANCIA y asegurar que va a poder llegar a Florida sin fallar constantemente como ha venido sucediendo las ultimas jornadas, debido a la paliza que lleva encima.. Por si todo esto fuera poco, a última hora de la noche, me telefonean desde mi casa de Madrid para comunicarme que mi hermano Jaime ha sido hospitalizado. Me siento preocupado y triste por este cúmulo de problemas. La situación es otra vez difícil. Límite.. Antes de acostarme, veo en el telediario mi llegada a San Juan frente al convento con las banderas españolas. El comentarista resalta el pequeño tamaño de la embarcación en la que he logrado llegar desde el corazón del mar Mediterráneo. Me hace ilusión ver las imágenes. Sin embargo pienso en la trastienda de la Expedición. La gran angustia que siento. La infinidad de problemas que se presentan diariamente... Si supiera la gente lo difícil que es poder hacer realidad esa breve imagen.. Tu que lees esto, ahora empiezas a imaginar... 

Viernes, 7 de Junio SAINT BARTHÈLÈMY - BRITISH VIRGIN ISLANDS

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Zarpo pronto por la mañana después de despedirme de todos mis buenos amigos de Saint Barthelemy. Son personas que me han demostrado una solidaridad y afecto increíbles. Estoy realmente triste de irme de este remanso de paz. Antes de hacerme a la mar le regalo al hijo de Eric una de las últimas gorras que me quedan de la expedición. Se que le hace muchísima ilusión. La misma que siento yo al entregársela. Durante estos días me ha hecho mil preguntas sobre mi travesía. Siempre atento a mis explicaciones, su curiosa y sorprendida mirada infantil me llegaba al alma. Un momento antes de embarcarme, mi amiga Amandine me ata una pequeña pulsera de la suerte en mi muñeca derecha. Ya desde el agua, saludo a todos estos entrañables franceses que han reforzado mi ilusión por continuar. Por cierto, no se si te he dicho que me puse como objetivo intentar llegar el día 22 de Junio a Miami.., espero poder conseguirlo. La bahía de Gustavia en la popa y Saint Maarten en la proa. La mar por la aleta de estribor. A veces casi de través, que es lo que me conviene. 
El Sol quemando el aire y abrasándome con su fuego lejano. El agua caliente. Todo sembrado de arrecifes. Al rato, Saint Barthelemy es solo silueta en el horizonte de popa. Al frente, pronto se dibuja una nueva isla. Es Saint Maarten. Navego en pie. Alegre y veloz hasta llegar a la parte holandesa que nos acoge. Tras repostar de carburante el nodriza y regalar unas latas de pimientos y espárragos navarros a las personas que nos han recibido, intercambiamos las banderas de Holanda y España entre la emoción que siempre siento en estos momentos. Prosigo rumbo a las Islas Vírgenes británicas con la intención de llegar hoy a Puerto Rico. Tras navegar noventa millas en cuatro horas, llego a un lugar importante para mi..: Virgen Gorda, en el archipiélago de las Islas Vírgenes. Estoy en el punto exacto donde hace ahora veinte años, comencé a navegar en esta clase de barquitos. Como te conté, fue en el 82. Estudiaba en Florida y pasé la Navidad aquí. Cuando probé por primera vez un "jet-ski"; me di cuenta que podía ser una maravillosa embarcación para viajar. Ya entonces, imaginé cruzar el Atlántico.. A mis veinte años, soñé lo que estoy viviendo ahora. Para mí, es un emocionante y fantástico instante. 
Pero la emoción solo durará un breve momento, porque en esto, la NUMANCIA comienza a fallar. Anochece. Contacto por radio al barco de apoyo. Chus me recomienda dirigirnos a un puerto cercano para revisarla. Efectivamente hay que reparar. Entramos al puerto presidido por una gran bandera inglesa, que nos recuerda que estamos en territorio bajo soberanía británica. En tierra vuelvo a regalar una bandera española y unos buenos pimientos de Navarra a los simpáticos policías de color azabache que controlan los pasaportes. Seguidamente, Fernando me comenta que durante la singladura ha observado que no funciona el radar del barco ni el GPS, y que tiene un consumo de combustible elevadísimo que pone en entredicho la autonomía que me aseguró el propietario tenía su embarcación. El asunto me preocupa mucho. Ya me habían avisado de que el individuo no era de fiar. Reparamos durante casi toda la noche la moto acuática. Voy a dormir un poco antes de continuar