Sábado, 2.03.02 TRAPANI - SIDI BOU SAID (TÚNEZ)
He zarpado de Trapani a las ocho y media de la mañana. El Siroco sigue soplando fuerte. Me esperan 130 difíciles millas de travesía. La intensa luz del Sol invernal empieza a presidirlo todo, aunque su calor no me llega apenas... El agua está helada y la temperatura es muy baja. Sicilia, la dulce Italia, y la vieja Europa, se van quedando en la popa. En el horizonte vacío de tierra, siete horas mas tarde aparecerán majestuosas las costas africanas. El sistema de navegación instalado a bordo de la pequeña "NUMANCIA" me va indicando el rumbo con precisión aunque tengo que tomar como referencia constante la posición del Sol con respecto a mi rumbo, ya que el constante y fuerte movimiento no me permite mirar permanentemente el GPS. Por eso, la orientación es más fácil por la noche con la leal ayuda de las estrellas, al ser referencias mas fáciles. En el canal, la mar está enfurecida. Por fortuna me viene por la amura de babor lo que hace la navegación más llevadera. Tengo que estar muy concentrado porque una mala caída en esta mar puede ser el fin. Hay que pensar que siempre estoy solo, a la intemperie y sin refugio posible. De las 30 expediciones que he realizado en estos 22 últimos años, solo he tenido barco de apoyo en tres, y aún así navego casi siempre muy adelantado; perdiéndole de vista y sabiendo que en caso de necesidad no puede rescatarme. Por no poder, no puede ni acercarse siquiera a mí, igual que yo no puedo aproximarme a él. Imagínate acercarte a un barco zarandeado por las grandes olas en alta mar. Es imposible. Del primer golpe te descalabra.. Por eso, estamos hablando de una navegación muy en el límite. He oído, divertido, algún comentario que llevo todo tipo de apoyos, helicópteros y sistemas de seguimiento... La verdad es que no. Navego en riguroso solitario. Me sigue un barco con alimentos y combustible, pero yo estoy en la mar solo. Grita el viento sin cesar y el miedo intenta invadirme, pero me defiendo pensando en todas las razones que me impulsan. Porque hay motivos que me llevan a asumir el alto riesgo que supone navegar en solitario a bordo de una embarcación de 2.5 metros de eslora. Especialmente la promoción de la vida sana contra la droga. Para mí es importante promocionar la vida sana y el deporte contra las drogas. Llevo 20 años haciéndolo. Siempre, al poco tiempo de concluir mis arriesgadas travesías, voy a contárselas a los jóvenes. Visito colegios, institutos, ikastolas y universidades. Me encanta hablarles sobre mis expediciones y de lo mucho que compensa la lucha desde el esfuerzo, para conseguir metas limpias. Y lo estéril que es la droga.. Representa la anulación de uno mismo; la renuncia a la vida, la renuncia a la lucha y al esfuerzo. La renuncia a "NUMANCIA" La renuncia a la alegría y a esa poderosa ilusión de la que hablábamos al principio..
Yo tuve la enorme suerte de tener unos padres que me regalaron su vida, su tiempo y una educación que aunque muy rigurosa, me sirvió entre otras cosas para poder elegir, y decidir siempre por mí mismo. Por eso, sin imposición alguna, decidí siempre rechazar las drogas. Renuncié incluso a probarlas. Sin embargo las conocí, viendo la cara más terrible de la droga en la intoxicación de mi mejor amigo del colegio. Tenía 15 años. Más tarde la vi en la Universidad. En la vida social. En muchos; demasiados sitios. Consumida por muchas; demasiadas personas. Desde el principio me dediqué a intentar convencer a mis compañeros de la tristeza que aportaba la droga. Frecuentemente me enfrentaba a esa muy reducida elite que se cree capaz de dominar sus efectos dañinos. Incluso beneficiarse de lo efímero que pueda aportar en un momento determinado. Son los que abogan por ella. Siempre les decía y digo, que en mi opinión se debe pensar en la inmensa mayoría de los consumidores, que caen prisioneros de su efecto destructor. No puedo expresar con palabras la gran fuerza que obtengo de esas charlas a los jóvenes. Aunque solo fuera por un solo niño al que lograra convencer contra las drogas, ya me compensaría con creces todo el miedo que paso en cualquiera de mis travesías marítimas que realizo desde 1982 Pero volvamos a la navegación.. En el barco de apoyo lo están pasando mal. Hay muchísima mar. Los constantes pantocazos hacen que la tripulación se maree y no pueda recuperar el sueño que merecen. A mitad de travesía un fuerte golpe de mar provoca una avería en parte del sistema eléctrico del barco "Dolphins" La radio y los sistemas de navegación quedan inservibles. Me hacen señales y me acerco a la embarcación nodriza. El capitán me comunica lo sucedido y le pido que siga mi derrota. Mi GPS funciona bien y puede fiarse de mi rumbo. Aparte, le dejo un pequeño GPS de emergencia que llevo siempre conmigo cuando navego. Es un GARMIN sumergible muy fiable que me ha dado rumbos fiables en navegaciones por las Baleares durante años. Así logramos continuar hasta avistar tierra africana. Es el Cabo Bon en la lejanía de babor y la maravillosa isla de Zembra en la proa. África me empieza a abrazar.. Rumbo 235° directos a Sidi Bou Said. Aunque mi consumo es bajísimo, tras seis horas navegando sin parar me voy quedando sin combustible. Espero al barco que navega en la lejanía detrás de mí con la bandera Navarra ondeando muy tensamente a causa del vendaval. Tras los siete minutos de repostaje y comer algo, indico al capitán que ice la bandera de respeto tunecina que queda al lado de nuestra española y europea. Entrando en la bahía, la mar calma. En la lejanía, un barco pesquero tunecino. Me acerco y sus amables tripulantes me indican que quedan 35 millas. Cuando me ven y les cuento que vengo desde Roma; alucinan. Me desean mucha suerte con un fuerte apretón de manos. A las seis de la tarde entro en puerto tras nueve horas en pie sobre la "NUMANCIA" que está haciendo honor a su nombre. El recibimiento es emocionante. Unos buenos zumos de naranja me quitan la sal de la boca.. Representantes del ministerio de deportes de Túnez nos acogen con calor. Entre abrazos, intercambiamos las banderas de Túnez y España. Que necesaria es la calidez tras la dureza de la mar.. También un representante de nuestra Embajada nos saluda y se ofrece amablemente a cualquier asistencia, en nombre del embajador de nuestra Patria. Túnez aparece mágica. Su dignísimo y encantador representante diplomático en España lo ha preparado todo. Me ha ayudado muchísimo. Es una persona maravillosa que ha entendido el sentido del esfuerzo y que forma parte de mi Expedición desde que lo conocí en la embajada tunecina de Madrid hace cuatro meses. Para mí, representa un alto honor pasar por Túnez y poder mostrar la belleza de sus costas a través de nuestras transmisiones diarias para cadena de TV italiana STREAM. Mañana será jornada de reparaciones. Es Domingo y probablemente tengamos que esperar al Lunes para revisar el sistema eléctrico del "Dolphins"