Viernes, 10 de Mayo OCÉANO ATLÁNTICO

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Al amanecer, Fernando ha pescado dos magníficos dorados que nos van a suministrar proteínas frescas hoy a la noche. Normalmente María y Fernando son los responsables de la cocina. Los alimentos en conserva se alternan con verduras frescas que todavía resisten desde Canarias, pero cuando la mar nos regala uno de sus frutos es algo especial. Igual que hago para cargar combustible, cuando llega la hora de comer, me acerco al "HARMONIE" y adecuando mi velocidad a la del catamarán, María me da el cuenco con lo que ha preparado. Normalmente es pasta y atún También arroz con alguno de los platos navarros que van a bordo del barco de apoyo. 
Hoy ha vuelto a hacer frío. Está nublado y el agua sigue helada aunque ha subido tres grados desde las Islas Canarias. El viento sigue ayudando a que mi sueño se cumpla. Desde el E-NE (Este-Noreste) los alisios soplan constantemente con una intensidad media de veinticinco nudos. Lejos, va quedando ya la bella tierra Canaria. 
Aún más lejos, América... 

Jueves, 9 de Mayo OCÉANO ATLÁNTICO

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Igual que ayer, hoy el alisio sopla fuerte. El Catamarán va mucho más rápido que los primeros días. Eso permite hacer muchas millas más por singladura. Mientras navego, voy sintiendo que los problemas se han quedado a lo lejos... En tierra.
Cada día siento más el Océano. Su inmensidad invade mi espíritu y me llena de sosiego y paz. El horizonte me está entrando dentro del alma. Siento como estoy cargándome de energía para toda la vida. Todos estos momentos de soledad infinita delante del horizonte azul, lejos de darme miedo, me dan luz y fuerza. Veo y siento la presencia de Dios a cada instante y sonrío todo el tiempo. Estoy feliz. Ya no me canso siquiera. Las horas pasan demasiado rápidas. Lejos de aquí está América. Si Dios quiere llegaré a mi destino que es mi sueño.. 

Miércoles, 8 de Mayo OCÉANO ATLÁNTICO

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Hoy hace frío. Ayer ya sentía los síntomas. Hoy definitivamente he "pescado" un señor catarro "atlántico" Me encuentro regular y creo que tengo algo de fiebre. El agua está helada y el estar todo el día calado hasta los huesos no ayuda mucho... Sin embargo, este pequeño enfriamiento no deja de ser una circunstancia menor si lo comparamos con las maravillosas jornadas de navegación. Cada día comienzo con más ilusión. Es duro y acabo agotado después de las doce horas diarias en pie. Pero cada momento es nuevo y único y me gusta más. Navego acompasado con la mar en un baile armónico donde la clave está en viajar al ritmo latente del océano. Los delfines lo hacen así y mi embarcación es lo más parecido a un infatigable cetáceo.